
TU ME QUIERES BLANCA

Tú me quieres alba,
Me quieres de
espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el
banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los
jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!
Huye hacia los
bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre
escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los
pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas
puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen
hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

S Á B A D O

Me levanté temprano
y anduve descalza
Por los corredores:
bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos
limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente
que verdes achiras
Circundan. Más tarde,
mojados de agua
Peiné mis cabellos.
Perfumé las manos
Con zumo oloroso de
diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron
doradas migajas.
Luego puse traje de
clarín más leve
Que la misma gasa.
De un salto ligero
llevé hasta el
vestíbulo
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja
mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
El reloj me dijo:
diez de la mañana.
Adentro un sonido de
loza y cristales:
Comedor en sombra;
manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no
he visto
Sobre el mármol
blanco de la
escalinata.
Fijos en la verja
siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.

ALMA DESNUDA

Soy un alma desnuda
en estos versos,
Alma desnuda que
angustiada y sola
Va dejando sus
pétalos dispersos.
Alma que puede ser
una amapola,
Que puede ser un
lirio, una violeta,
Un peñasco, una
selva y una ola.
Alma que como el
viento vaga inquieta
Y ruge cuando está
sobre los mares,
Y duerme dulcemente
en una grieta.
Alma que adora sobre
sus altares,
Dioses que no se
bajan a cegarla;
Alma que no conoce
valladares.
Alma que fuera fácil
dominarla
Con sólo un corazón
que se partiera
Para en su sangre
cálida regarla.
Alma que cuando está
en la primavera
Dice al inviemo que
demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre
la pradera.
Alma que cuando
nieva se disuelve
En tristezas,
clamando por las
rosas
Con que la primavera
nos envuelve.
Alma que a ratos
suelta mariposas
A campo abierto, sin
fijar distancia,
Y les dice libad
sobre las cosas.
Alma que ha de morir
de una fragancia,
De un suspiro, de un
verso en que se
ruega,
Sin perder, a
poderlo, su
elegancia.
Alma que nada sabe y
todo niega
Y negando lo bueno
el bien propicia
Porque es negando
como más se entrega,
Alma que suele haber
como delicia
Palpar las almas,
despreciar la huella,
Y sentir en la mano
una caricia.
Alma que siempre
disconforme de ella,
Como los vientos
vaga, corre y gira;
Alma que sangra y
sin cesar delira
Por ser el buque en
marcha de la
estrella.

DATE A VOLAR

Anda, date a
volar, hazte una
abeja,
En el jardín
florecen amapolas,
Y el néctar fino
colma las corolas;
Mañana el alma tuya
estará vieja.
Anda, suelta a volar,
hazte paloma,
Recorre el bosque y
picotea granos,
Come migajas en
distintas manos
La pulpa muerde de
fragante poma.
Anda, date a volar,
sé golondrina,
Busca la playa de
los soles de oro,
Gusta la primavera y
su tesoro,
La primavera es
única y divina.
Mueres de sed: no he
de oprimirte tanto...
Anda, camina por el
mundo, sabe;
Dispuesta sobre el
mar está tu nave:
Date a bogar hacia
el mejor encanto.
Corre, camina más,
es poco aquéllo...
Aún quedan cosas que
tu mano anhela,
Corre, camina, gira,
sube y vuela:
Gústalo todo porque
todo es bello.
Echa a volar... mi
amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo,
Bien, cómo te
entiendo!
Llore mi vida... el
corazón se apene...
Date a volar, Amor,
yo te comprendo.
Callada el alma...
el corazón partido,
Suelto tus alas...
ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el
corazón, viajero?
Tendré piedad de un
corazón vencido.
Para que tanta sed
bebiendo cures
Hay numerosas sendas
para tí...
Pero se hace la
noche; no te apures...
Todas traen a mí...

UN SOL

Mi corazón es como
un dios sin lengua,
Mudo se está a la
espera del milagro,
He amado mucho, todo
amor fue magro,
Que todo amor lo
conocí con mengua.
He amado hasta
llorar, hasta
morirme.
Amé hasta odiar, amé
hasta la locura,
Pero yo espero algún
amor natura
Capaz de renovarme y
redimirme.
Amor que fructifique
mi desierto
Y me haga brotar
ramas sensitivas,
Soy una selva de
raíces vivas,
Sólo el follaje
suele estarse muerto.
¿En dónde está quien
mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus
ojos el ramaje?
Vulgar estorbo,
pálido follaje
Distinto al tronco
fiel que lo alimenta.
¿En dónde está el
espíritu sombrío
De cuya opacidad
brote la llama?
Ah, si mis mundos
con su amor inflama
Yo seré incontenible
como un río.
¿En dónde está el
que con su amor me
envuelva?
Ha de traer su gran
verdad sabida...
Hielo y más hielo
recogí en la vida:
Yo necesito un sol
que me disuelva.

FRENTE AL MAR

Oh mar, enorme mar,
corazón fiero
De ritmo desigual,
corazón malo,
Yo soy más blanda
que ese pobre palo
Que se pudre en tus
ondas prisionero.
Oh mar, dame tu
cólera tremenda,
Yo me pasé la vida
perdonando,
Porque entendía,
mar, yo me fui dando:
"Piedad, piedad para
el que más ofenda".
Vulgaridad,
vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado
la ciudad y el
hombre.
Hazme tener tu
cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta
misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese
vulgar me apena,
Me falta el aire y
donde falta quedo,
Quisiera no entender,
pero no puedo:
Es la vulgaridad que
me envenena.
Me empobrecí porque
entender abruma,
Me empobrecí porque
entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza
de la roca!
Yo tengo el corazón
como la espuma.
Mar, yo soñaba ser
como tú eres,
Allá en las tardes
que la vida mía
Bajo las horas
cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser
como tú eres.
Mírame aquí, pequeña,
miserable,
Todo dolor me vence,
todo sueño;
Mar, dame, dame el
inefable empeño
De tornarme soberbia,
inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo,
tu fiereza,
¡Aire de mar!... ¡Oh
tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí,
soy un abrojo,
Y muero, mar,
sucumbo en mi
pobreza.
Y el alma mía es
como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la
pudre y equivoca
Pequeña vida que
dolor provoca,
¡Que pueda
libertarme de su
peso!
Vuele mi empeño, mi
esperanza vuele...
La vida mía debió
ser horrible,
Debió ser una
arteria incontenible
Y apenas es cicatriz
que siempre duele.

ALFONSINA STORNI

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