
CUENTAS DE
MÁRMOL

Yo, la estatua de
mármol con cabeza de
fuego,
Apagando mis sienes
en frío y blanco
ruego...
Engarzad en un gesto
de palmera o de
astro
Vuestro cuerpo, esa
hipnótica alhaja de
alabastro
Tallada a besos
puros y bruñida en
la edad;
Sereno, tal habiendo
la luna por coraza;
Blanco, más que si
fuerais la espuma de
la Raza,
Y desde el
tabernáculo de
vuestra castidad,
Nevad a mí los lises
hondos de vuestra
alma;
Mi sombra besará
vuestro manto de
calma,
Que creciendo,
creciendo me
envolverá con Vos;
Luego será mi carne
en la vuestra
perdida...
Luego será mi alma
en la vuestra
diluida...
Luego será la gloria...
y seremos un dios!
-Amor de blanco y
frío,
Amor de estatuas,
lirios, astros,
dioses...
¡Tú me los des, Dios
mío!

CUENTAS DE
SOMBRA

Los lechos negros
logran la más fuerte
Rosa de amor;
arraigan en la
muerte.
Grandes lechos
tendidos de tristeza,
Tallados a puñal y
doselados
De insomnio; las
abiertas
Cortinas dicen
cabelleras muertas;
Buenas como cabezas
Hermanas son las
hondas almohadas:
Plintos del Sueño y
del Misterio gradas.
Si así en un lecho
como flor de muerte,
Damos llorando, como
un fruto fuerte
Maduro de pasión, en
carnes y almas,
Serán especies
desoladas, bellas,
Que besen el perfil
de las estrellas
Pisando los cabellos
de las palmas!
-Gloria al amor
sombrío,
Como la Muerte pudre
y ennoblece
¡Tú me lo des, Dios
mío!

CUENTAS DE
FUEGO

Cerrar la puerta
cómplice con rumor
de caricia,
Deshojar hacia el
mal el lirio de una
veste...
-La seda es un
pecado, el desnudo
es celeste;
Y es un cuerpo
mullido un diván de
delicia.-
Abrir brazos... así
todo ser es alado,
O una cálida lira
dulcemente rendida
De canto y de
silencio... más
tarde, en el helado
Más allá de un
espejo como un lago
inclinado,
Ver la olímpica
bestia que elabora
la vida...
Amor rojo, amor mío;
Sangre de mundos y
rubor de cielos...
¡Tú me lo des, Dios
mío!

CUENTAS DE LUZ

Lejos como en la
muerte
Siento arder una
vida vuelta siempre
hacia mí,
Fuego lento hecho de
ojos insomnes, más
que fuerte
Si de su allá
insondable dora todo
mi aquí.
Sobre tierras y
mares su horizonte
es mi ceño,
Como un cisne
sonámbulo duerme
sobre mi sueño
Y es su paso velado
de distancia y
reproche
El seguimiento dulce
de los perros sin
dueño
Que han roído ya el
hambre, la tristeza
y la noche
Y arrastran su
cadena de misterio y
ensueño.
Amor de luz, un río
Que es el camino de
cristal del Bien.
¡Tú me lo des, Dios
mío!

CUENTAS FALSAS

Los cuervos negros
sufren hambre de
carne rosa;
En engañosa luna mi
escultura reflejo,
Ellos rompen sus
picos, martillando
el espejo,
Y al alejarme
irónica, intocada y
gloriosa,
Los cuervos negros
vuelan hartos de
carne rosa.
Amor de burla y frío
Mármol que el tedio
barnizó de fuego
O lirio que el rubor
vistió de rosa,
Siempre lo dé, Dios
mío...
O rosario fecundo,
Collar vivo que
encierra
La garganta del
mundo.
Cadena de la tierra
Constelación caída.
O rosario imantado
de serpientes,
Glisa hasta el fin
entre mis dedos
sabios,
Que en tu sonrisa de
cincuenta dientes
Con un gran beso se
prendió mi vida:
Una rosa de labios.

MIS AMORES

Hoy han vuelto.
Por todos los
senderos de la noche
han venido
A llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son
tantos!
Yo no sé cuáles
viven, yo no sé cuál
ha muerto.
Me lloraré yo misma
para llorarlos todos.
La noche bebe el
llanto como un
pañuelo negro.
Hay cabezas doradas
a sol, como maduras...
Hay cabezas tocadas
de sombra y de
misterio,
Cabezas coronadas de
una espina
invisible,
Cabezas que sonrosa
la rosa del ensueño,
Cabezas que se
doblan a cojines de
abismo,
Cabezas que
quisieran descansar
en el cielo,
Algunas que no
alcanzan a oler a
primavera,
Y muchas que
trascienden a las
flores de invierno.
Todas esas cabezas
me duelen como
llagas...
Me duelen como
muertos...
¡Ah!... y los ojos...
los ojos me duelen
más: son dobles!...
Indefinidos, verdes,
grises, azules,
negros,
Abrasan si fulguran,
Son caricias, dolor,
constelación,
infierno.
Sobre toda su luz,
sobre todas sus
llamas,
Se iluminó mi alma y
se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed
de todas esas bocas...
De todas estas bocas
que florecen mi
lecho:
Vasos rojos o
pálidos de miel o de
amargura
Con lises de armonía
o rosas de silencio,
De todos estos vasos
donde bebí la vida,
De todos estos vasos
donde la muerte bebo...
El jardín de sus
bocas venenoso,
embriagante,
En donde respiraba
sus almas y sus
cuerpos,
Humedecido en
lágrimas
Ha rodeado mi lecho...
Y las manos, las
manos colmadas de
destinos
Secretos y alhajadas
de anillos de
misterio...
Hay manos que
nacieron con guantes
de caricia;
Manos que están
colmadas de la flor
del deseo,
Manos en que se
siente un puñal
nunca visto,
Manos en que se ve
un intangible cetro;
Pálidas o morenas,
voluptuosas o
fuertes,
En todas, todas
ellas, puede
engarzar un sueño.
Con tristeza de
alma,
Se doblegan los
cuerpos
Sin velos,
santamente
Vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos,
panales de mi
entraña
Como a invisible
abismo se inclinan a
mi lecho...
¡Ah, entre todas las
manos yo he buscado
tus manos!
Tu boca entre las
bocas, tu cuerpo
entre los cuerpos,
De todas las cabezas
yo quiero tu cabeza,
De todos esos ojos,
¡tus ojos solos
quiero!
Tú eres el más
triste, por ser el
más querido,
Tú has llegado el
primero por venir de
más lejos...
¡Ah, la cabeza
oscura que no he
tocado nunca
Y las pupilas claras
que miré tanto
tiempo!
Las ojeras que
ahondamos la tarde y
yo inconscientes,
La palidez extraña
que doblé sin
saberlo,
Ven a mí: mente a
mente;
Ven a mí: ¡cuerpo a
cuerpo!
Tú me dirás qué has
hecho de mi primer
suspiro,
Tú me dirás qué has
hecho del sueño de
aquel beso...
Me dirás si lloraste
cuando te dejé
solo...
¡Y me dirás si has
muerto!...
Si has muerto,
Mi pena enlutará la
alcoba lentamente,
Y estrecharé tu
sombra hasta apagar
mi cuerpo,
Y en el silencio
ahondado de tiniebla,
Y en la tiniebla
ahondada de silencio,
Nos velará llorando,
llorando hasta
morirse
Nuestro hijo: el
recuerdo.

DELMIRA
AGUSTINI

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